Misal Romano - Ordinario de la Misa (II)

Ordinario de la Misa

LITURGIA DE LA PALABRA

9. El lector va al ambón y lee la primera lectura, que todos escuchan sentados.

Para indicar el fin de la lectura, el lector dice:

Palabra de Dios.

Todos aclaman:

Te alabamos, Señor. 

10. El salmista o el cantor proclama el salmo, y el pueblo intercala la respuesta, a no ser que el salmo se diga seguido sin estribillo del pueblo. 

11. Si hay segunda lectura, se lee en el ambón, como la primera.

Para indicar el fin de la lectura, el lector dice:

Palabra de Dios.

Todos aclaman:

Te alabamos, Señor. 

12. Sigue el Aleluya o, en tiempo de Cuaresma, el canto antes del Evangelio. 

13. Mientras tanto, si se usa incienso, el sacerdote lo pone en el incensario.

Después el diácono (o el concelebrante que ha de proclamar el Evangelio, en la misa presidida por el Obispo), inclinado ante el sacerdote, pide la bendición, diciendo en voz baja:

Padre, dame tu bendición.

El sacerdote en voz baja dice:

El Señor esté en tu corazón y en tus labios, 
para que anuncies dignamente su Evangelio; 
en el nombre del Padre, y del Hijo X, y del Espíritu Santo.

El diácono o el concelebrante responde:

Amén. 

Si el mismo sacerdote debe proclamar el Evangelio, inclinado ante el altar, dice en secreto:

Purifica mi corazón y mis labios, 
Dios todopoderoso, 
para que anuncie dignamente tu Evangelio. 

14. Después el diácono (o el sacerdote) va al ambón, acompañado eventualmente por los ministros que llevan el incienso y los cirios; ya en el ambón dice:

El Señor esté con vosotros.

Y el pueblo responde:

Y con tu espíritu.

El diácono (o el sacerdote):

Lectura del santo Evangelio según san N.

Y mientras tanto hace la señal de la cruz sobre el libro y sobre su frente, labios y pecho.

El pueblo aclama:

Gloria a ti, Señor.

El diácono (o el sacerdote), si se usa incienso, inciensa el libro. Luego proclama el Evangelio. 

15. Acabado el Evangelio el diácono (o el sacerdote) dice:

Palabra del Señor.

Todos aclaman:

Gloria ti, Señor Jesús.

Si la aclamación es cantada pueden usarse otras respuestas de alabanza a Jesucristo, por ejemplo:

Tu palabra, Señor, es la verdad, 
y tu ley nuestra libertad.

O bien:

Tu palabra, Señor, es lámpara 
que alumbra nuestros pasos.

O bien:

Tu palabra, Señor, 
permanece por los siglos.

Después el diácono lleva el libro al celebrante, y éste lo besa, diciendo en secreto:

Las palabras del Evangelio borren nuestros pecados.

O bien el mismo diácono besa el libro, diciendo en secreto las mismas palabras. 

16. Luego tiene lugar la homilía; ésta es obligatoria todos los domingos y fiestas de precepto y se recomienda en los restantes días. 

17. Acabada la homilía, si la liturgia del día lo prescribe, se hace la profesión de fe:

Creo en un solo Dios,
Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra.
de todo lo visible y lo invisible.

Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios,
nacido del Padre antes de todos los siglos:
Dios de Dios, Luz de Luz,
Dios verdadero de Dios verdadero,
engendrado, no creado,
de la misma naturaleza del Padre,
por quien todo fue hecho;
que por nosotros, los hombres,
y por nuestra salvación bajó del cielo,
En las palabras que siguen, hasta se hizo hombre, todos se inclinan.
y por obra del Espíritu Santo
se encarnó de María, la Virgen,
y se hizo hombre;
y por nuestra causa fue crucificado 
en tiempos de Poncio Pilato;
padeció y fue sepultado,
y resucitó al tercer día, según las Escrituras,
y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre;
y de nuevo vendrá con gloria 
para juzgar a vivos y muertos, 
y su reino no tendrá fin.

Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida,
que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo
recibe una misma adoración y gloria,
y que habló por los profetas.
Creo en la Iglesia, 
que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un solo Bautismo
para el perdón de los pecados.
Espero la resurrección de los muertos
y la vida del mundo futuro.

Amén. 

Para utilidad de los fieles, en lugar del símbolo niceno-constantinopolitano, la profesión de fe se puede hacer, especialmente en el tiempo de Cuaresma y en la Cincuentena pascual, con el siguientesímbolo llamado «de los apóstoles»:

Creo en Dios, Padre todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra.

Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor,
En las palabras que siguen, hasta María Virgen, todos se inclinan.
que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, 
nació de santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato, 
fue crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos,
al tercer día resucitó de entre los muertos, 
subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.

Creo en el Espíritu Santo,
la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne
y la vida eterna.

Amén. 

18. Después se hace la plegaria universal u oración de los fieles, que se desarrolla de la siguiente forma:

Invitatorio

El sacerdote invita a los fieles a orar, por medio de una breve monición.

Intenciones

Las intenciones son propuestas por un diácono o, en su defecto, por un lector o por otra persona idónea. El pueblo manifiesta su participación con una invocación u orando en silencio. La sucesión de intenciones ordinariamente debe ser la siguiente:

a) Por las necesidades de la Iglesia;

b) Por los gobernantes y por la salvación del mundo entero;

c) Por aquellos que se encuentran en necesidades particulares;

d) Por la comunidad local.

Conclusión

El sacerdote termina la plegaria común con una oración conclusiva.

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