Diurnal - El Sagrado Corazón de Jesús

Solemnidades del Señor
durante el Tiempo Ordinario

Viernes posterior al segundo domingo
después de Pentecostés
EL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
Solemnidad

I Vísperas

HIMNO

I

Mi Cristo, tú no tienes
la lóbrega mirada de la muerte.
Tus ojos no se cierran:
son agua limpia donde puedo verme.

Mi Cristo, tú no puedes
cicatrizar la llaga del costado:
un corazón tras ella
noches y días me estará esperando.

Mi Cristo, tú conoces
la intimidad oculta de mi vida.
Tú sabes mis secretos:
te los voy confesando día a día.

Mi Cristo, tú aleteas
con los brazos unidos al madero.
¡Oh valor que convida
a levantarse puro sobre el suelo!

Mi Cristo, tú sonríes
cuando te hieren, sordas, las espinas.
Si mi cabeza hierve,
haz, Señor, que te mire y te sonría.

Mi Cristo, tú que esperas
mi último beso darte ante la tumba.
También mi joven beso
descansa en ti de la incesante lucha. Amén.

II

Por la lanza en su costado
brotó el río de pureza,
para lavar la bajeza
a que nos bajó el pecado.

Cristo, herida y manantial,
tu muerte nos da la vida,
que es gracia de sangre nacida
en tu fuente bautismal.

Sangre y agua del abismo
de un corazón en tormento:
un Jordán de sacramento
nos baña con el bautismo.

Y, mientras dura la cruz
y en ella el Crucificado,
bajará de su costado
un río de gracia y luz.

El Padre nos da la vida,
el Espíritu el amor,
y Jesucristo, el Señor,
nos da la gracia perdida. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Con amor eterno nos ha amado Dios; por esto al ser elevado sobre la tierra, nos ha atraído hacia su corazón, compadeciéndose de nosotros.

Salmo 112

Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre:
de la salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor.

El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos.
¿Quién como el Señor, Dios nuestro,
que se eleva en su trono
y se abaja para mirar
al cielo y a la tierra?

Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo;
a la estéril le da un puesto en la casa,
como madre feliz de hijos.

Ant. Con amor eterno nos ha amado Dios; por esto al ser elevado sobre la tierra, nos ha atraído hacia su corazón, compadeciéndose de nosotros.

Ant. 2. Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso.

Salmo 145

Alaba, alma mía, al Señor:
alabaré al Señor mientras viva,
tañeré para mi Dios mientras exista.

No confiéis en los príncipes,
seres de polvo que no pueden salvar;
exhalan el espíritu y vuelven al polvo,
ese día perecen sus planes.

Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob,
el que espera en el Señor, su Dios,
que hizo el cielo y la tierra,
el mar y cuanto hay en él;

que mantiene su fidelidad perpetuamente,
que hace justicia a los oprimidos,
que da pan a los hambrientos.

El Señor liberta a los cautivos,
el Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos.

El Señor guarda a los peregrinos,
sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.

El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad.

Ant. Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso.

Ant. 3. Yo soy el buen Pastor, que apaciento mis ovejas y doy mi vida por ellas.

Cántico
Ap 4, 11; 5, 9. 10. 12

Eres digno, Señor, Dios nuestro,
de recibir la gloria, el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.

Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y con tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes,
y reinan sobre la tierra.

Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría,
la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza.

Ant. Yo soy el buen Pastor, que apaciento mis ovejas y doy mi vida por ellas.

LECTURA BREVE                       Ef 5, 25b-27

Cristo amó a su Iglesia. Él se entregó a sí mismo por ella, para consagrarla, purificándola con el baño del agua y la palabra, y para colocarla ante sí gloriosa, la Iglesia, sin mancha ni arruga ni nada semejante, sino santa e inmaculada.

RESPONSORIO BREVE

R/. Cristo nos amó y nos ha librado, * por su sangre. Cristo.
V/. Nos ha convertido en un reino y hecho sacerdotes de Dios, su Padre. * Por su sangre. Gloria al Padre. Cristo.

Magníficat, ant. He venido a prender fuego en el mundo: ¡y ojalá estuviera ya ardiendo!

PRECES

Invoquemos hermanos, a Jesús, que es nuestro descanso, y pidámosle:

Rey amantísimo, ten piedad de nosotros.

Jesús, de tu corazón traspasado por la lanza salió sangre y agua, dando así nacimiento a tu esposa, la Iglesia, 
- haz que sea santa e inmaculada.

Jesús, templo sagrado de Dios, destruido por los hombres y levantado de nuevo por el Padre, 
- haz que la Iglesia sea verdadera morada del Altísimo.

Jesús, rey y centro de todos los corazones, que nos amas con ese amor eterno y nos atraes hacia ti, compadecido de nosotros, 
- renueva tu alianza con los hombres.

Jesús, paz y reconciliación nuestra, que hiciste las paces entre los hombres, uniéndolos en un solo hombre nuevo, y mediante la cruz diste muerte al odio, 
- haz que podamos acercarnos al Padre.

Jesús, vida y resurrección nuestra, alivio de los que están agobiados, en quien encontramos nuestro descanso, 
- atrae hacia ti a los pecadores.

Jesús, que, por el gran amor con que nos amaste, te sometiste incluso a la muerte de cruz, 
- resucita a todos los que han muerto en paz contigo.

Padre nuestro.

Oración

Dios todopoderoso, al celebrar la solemnidad del Corazón de tu Hijo unigénito, recordamos los beneficios de su amor para con nosotros; concédenos recibir de esta fuente divina una inagotable abundancia de gracia. Por nuestro Señor Jesucristo.

Invitatorio

Ant. Venid, adoremos al Corazón de Jesús, herido por nuestro amor.

El salmo invitatorio como en el Ordinario.

Laudes

HIMNO

Hoy, para rondar la puerta
de vuestro santo costado,
Señor, un alma ha llegado
de amores de un muerto muerta.

Asomad el corazón,
Cristo, a esa dulce ventana,
oiréis de mi voz humana
una divina canción.

Muerto estáis, por eso os pido
el corazón descubierto
para perdonar despierto,
para castigar dormido.

Si decís que está velando
cuando vos estáis durmiendo,
¿quién duda que estáis oyendo
a quien os canta llorando?

Y, aunque él se duerma, Señor,
el amor vive despierto;
que no es el amor al muerto,
¡vos sois el muerto de amor!

Que, si la lanza, mi Dios,
el corazón pudo herir,
no pudo el amor morir,
que es tan vida como vos.

Anduve de puerta en puerta
cuando a vos no me atreví;
pero en ninguna pedí
que la hallase tan abierta.

Pues, como abierto os he visto,
a Dios quise entrar por vos:
que nadie se atreve a Dios
sin poner delante a Cristo.

Y aún éste, lleno de heridas,
porque sienta el Padre eterno
que os cuestan, Cordero tierno,
tanta sangre nuestras vidas.

Gloria al Padre omnipotente,
gloria al Hijo Redentor,
gloria al Espíritu Santo:
tres personas, sólo un Dios. Amén.

Ant. 1. Jesús, en pie, gritaba: «El que tenga sed, que venga a mí y beba».

Los salmos y el cántico, del domingo de la semana I.

Ant. 2. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré.

Ant. 3. Hijo, dame tu corazón, y tus ojos guarden mis caminos.

LECTURA BREVE                     Jr 31, 33

Así será la alianza que haré con ellos, después de aquellos días -oráculo del Señor-: meteré mi ley en su pecho, la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.

RESPONSORIO BREVE

R/. Cargad con mi yugo * y aprended de mí. Cargad.
V/. Que soy manso y humilde de corazón. * Y aprended de mí. Gloria al Padre. Cargad.

Benedictus, ant. Por su entrañable misericordia, nos ha visitado Dios y ha redimido a su pueblo. Aleluya.

PRECES

Invoquemos, hermanos, a Jesús, que es manso y humilde de corazón, y pidámosle:

Rey amantísimo, ten piedad de nosotros.

Jesús, en quien habita toda la plenitud de la divinidad, 
- haz que participemos del mismo ser de Dios.

Jesús, en quien están encerrados todos los tesoros del saber y el conocer, 
- haznos conocer, mediante la Iglesia, la multiforme sabiduría de Dios.

Jesús, hijo amado y predilecto del Padre, 
- haz que escuchemos siempre tus palabras.

Jesús, de cuya plenitud todos hemos recibido, 
- danos con abundancia la gracia y la verdad del Padre.

Jesús fuente de vida y santidad, 
- haznos santos e irreprochables por el amor.

Padre nuestro.

Oración

Dios todopoderoso, al celebrar la solemnidad del Corazón de tu Hijo unigénito, recordamos los beneficios de su amor para con nosotros; concédenos recibir de esta fuente divina una inagotable abundancia de gracia. Por nuestro Señor Jesucristo.

Hora intermedia

Salmodia complementaria.

Tercia

Ant. Pueblo mío, ¿qué te hice o en qué te molesté? Respóndeme.

LECTURA BREVE                    Jr 31, 2-4

Así dice el Señor: «Halló gracia en el desierto el pueblo escapado de la espada; camina Israel a su descanso, el Señor se le apareció de lejos. Con amor eterno te amé, por eso, prolongué mi misericordia. Todavía te construiré, y serás reconstruido».

V/. Sacaréis aguas con gozo.
R/. De las fuentes del Salvador.

Sexta

Ant. Se me rompe el corazón en el pecho, se me dislocan todos los huesos.

LECTURA BREVE                    Jr 31, 40

Haré con ellos alianza eterna, y no cesaré de hacerles bien. Pondré en sus corazones mi temor, para que no se aparten de mí.

V/. Espero compasión, y no la hay.
R/. Consoladores, y no los encuentro.

Nona

Ant. Uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua.

LECTURA BREVE                   Rm 5, 8-9

La prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros. ¡Con cuánta más razón, pues, justificados ahora por su sangre, seremos por él salvos del castigo!

V/. Fue traspasado por nuestras rebeliones.
R/. Sus cicatrices nos curaron.

La oración como en Laudes.

II Vísperas

HIMNO, como en las I Vísperas.

SALMODIA

Ant. 1. Somete, Señor, a tus enemigos con tu yugo llevadero.

Salmo 109, 1-5. 7

Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies».
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora».

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec».

El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso, levantará la cabeza.

Ant. Somete, Señor, a tus enemigos con tu yugo llevadero.

Ant. 2. El Señor es piadoso y clemente, él da alimento a sus fieles.

Salmo 110

Doy gracias al Señor de todo corazón,
en compañía de los rectos, en la asamblea.
Grandes son las obras del Señor,
dignas de estudio para los que las aman.

Esplendor y belleza son su obra,
su generosidad dura por siempre;
ha hecho maravillas memorables,
el Señor es piadoso y clemente.

Él da alimento a sus fieles,
recordando siempre su alianza;
mostró a su pueblo la fuerza de su obrar,
dándoles la heredad de los gentiles.

Justicia y verdad son las obras de sus manos,
todos sus preceptos merecen confianza:
son estables para siempre jamás,
se han de cumplir con verdad y rectitud.

Envió la redención a su pueblo,
ratificó para siempre su alianza,
su nombre es sagrado y temible.

Primicia de la sabiduría es el temor del Señor,
tienen buen juicio los que lo practican;
la alabanza del Señor dura por siempre.

Ant. El Señor es piadoso y clemente, él da alimento a sus fieles.

Ant. 3. Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.

Cántico
Flp 2, 6-11

Cristo, a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios;
al contrario, se despojó de su rango
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.

Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse incluso a la muerte,
y una muerte de cruz.

Por eso Dios lo levantó sobre todo
y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo,
y toda lengua proclame:
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

Ant. Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.

LECTURA BREVE                   Ef 2, 4-7

Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho vivir con Cristo -por pura gracia estáis salvados-, nos ha resucitado con Cristo Jesús y nos ha sentado en el cielo con él. Así muestra a las edades futuras la inmensa riqueza de su gracia, su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.

RESPONSORIO BREVE

R/. Cristo nos amó y nos ha librado, * por su sangre. Cristo.
V/. Nos ha convertido en un reino y hecho sacerdotes de Dios, su Padre. * Por su sangre. Gloria al Padre. Cristo.

Magníficat, ant. Nos acogió el Señor, en su seno y en su corazón, acordándose de la misericordia. Aleluya.

PRECES

Invoquemos hermanos, a Jesús, que es nuestro descanso, y pidámosle:

Rey amantísimo, ten piedad de nosotros.

Jesús, de tu corazón traspasado por la lanza salió sangre y agua, dando así nacimiento a tu esposa, la Iglesia, 
- haz que sea santa e inmaculada.

Jesús, templo sagrado de Dios, destruido por los hombres y levantado de nuevo por el Padre, 
- haz que la Iglesia sea verdadera morada del Altísimo.

Jesús, rey y centro de todos los corazones, que nos amas con ese amor eterno y nos atraes hacia ti, compadecido de nosotros, 
renueva tu alianza con los hombres.

Jesús, paz y reconciliación nuestra, que hiciste las paces entre los hombres, uniéndolos en un solo hombre nuevo, y mediante la cruz diste muerte al odio, 
- haz que podamos acercarnos al Padre.

Jesús, vida y resurrección nuestra, alivio de los que están agobiados, en quien encontramos nuestro descanso, 
- atrae hacia ti a los pecadores.

Jesús, que, por el gran amor con que nos amaste, te sometiste incluso a la muerte de cruz, 
- resucita a todos los que han muerto en paz contigo.

Padre nuestro.

Oración

Dios todopoderoso, al celebrar la solemnidad del Corazón de tu Hijo unigénito, recordamos los beneficios de su amor para con nosotros; concédenos recibir de esta fuente divina una inagotable abundancia de gracia. Por nuestro Señor Jesucristo.

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