Diurnal - Jueves de la V semana de Cuaresma

Tiempo de Cuaresma

JUEVES V

Laudes

LECTURA BREVE         Hb 2, 9b-10

Vemos a Jesús coronado de gloria y honor por su pasión y muerte. Así, por la gracia de Dios, ha padecido la muerte para bien de todos. Dios, para quien y por quien existe todo, juzgó conveniente, para llevar a una multitud de hijos a la gloria, perfeccionar y consagrar con sufrimientos al guía de su salvación.

RESPONSORIO BREVE

R/. Él me librará *De la red del cazador. Él me librará.
V/. Me cubrirá con sus plumas. *De la red del cazador. Gloria al Padre. Él me librará.

Benedictus, ant. Decía Jesús a los judíos y a los príncipes de los sacerdotes: «El que es de Dios oye las palabras de Dios: por eso vosotros no oís, porque no sois de Dios».


PRECES

Glorifiquemos a Cristo, nuestro Señor, que resplandece como luz del mundo para que no caminemos en tinieblas, sino que tengamos la luz de la vida, y digámosle:

Que tu palabra, Señor, sea luz para nuestros pasos.

Cristo, amigo de los hombres, haz que sepamos progresar hoy en tu imitación,
—para que, lo que perdimos por culpa del primer Adán, lo recuperemos en ti, nuestro segundo Adán.

Que tu palabra sea siempre luz en nuestro sendero,
—para que, realizando siempre la verdad en el amor, hagamos crecer todas las cosas en ti.

Enséñanos, Señor, a trabajar por el bien de todos los hombres,
—para que así la Iglesia ilumine a toda la sociedad humana.

Que, por nuestra sincera conversión, crezcamos en tu amistad
—y expiemos las faltas cometidas contra tu bondad y tu sabiduría.

Padre nuestro.

Oración

Escucha nuestras súplicas, Señor, y mira con amor a los que han puesto su esperanza en tu misericordia; límpialos de todos sus pecados, para que perseveren en una vida santa y lleguen de este modo a heredar tus promesas. Por nuestro Señor Jesucristo.

Hora intermedia

Tercia

Ant. Han llegado los días de penitencia; expiemos nuestros pecados y salvaremos nuestras almas.

LECTURA BREVE          Hb 4, 14-15

Mantengamos la confesión de la fe, ya que tenemos un sumo sacerdote grande, que ha atravesado el cielo, Jesús, Hijo de Dios. No tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino que ha sido probado en todo exactamente como nosotros, menos en el pecado.

V/. Oh Dios, crea en mí un corazón puro.
R/. Renuévame por dentro con espíritu firme.

Sexta

Ant. «Por mi vida —oráculo del Señor—, no quiero la muerte del pecador, sino que se convierta de su conducta y que viva».

LECTURA BREVE            Hb 7, 26-27

Tal convenía que fuese nuestro sumo sacerdote: santo, inocente, sin mancha, separado de los pecadores y encumbrado sobre el cielo. Él no necesita ofrecer sacrificios cada día –como los sumos sacerdotes, que ofrecían primero por los propios pecados, después por los del pueblo-, porque Jesucristo, Señor nuestro, lo hizo de una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo.

V/. Aparta de mi pecado tu vista.
R/. Borra en mí toda culpa.

Nona

Ant. Empuñando las armas de la justicia, hagámonos recomendables a Dios por nuestra paciencia.

LECTURA BREVE        Hb 9, 10-11

Cristo ha venido como sumo sacerdote de los bienes definitivos. Su tabernáculo es más grande y más perfecto: no hecho por manos de hombre, es decir, no de este mundo creado. No usa sangre de machos cabríos ni de becerros, sino la suya propia; y así ha entrado en el santuario una vez para siempre, consiguiendo la liberación eterna.

V/. Mi sacrificio es un espíritu quebrantado.
R/. Un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias.

La oración como en Laudes. 

Vísperas

LECTURA BREVE        Hb 13, 12-15

Jesús, para consagrar al pueblo con su propia sangre, murió fuera de las murallas. Salgamos, pues, a encontrarlo fuera del campamento, cargados con su oprobio; que aquí no tenemos ciudad permanente, sino que andamos en busca de la futura. Por su medio, ofrezcamos continuamente a Dios un sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de unos labios que profesan su nombre.

RESPONSORIO BREVE

R/. Yo dije: *Señor, ten misericordia. Yo dije.
V/. Sáname, porque he pecado contra ti. *Señor, ten misericordia. Gloria al Padre. Yo dije.

Magníficat, ant. «No tienes todavía cincuenta años, ¿y has visto a Abrahán?» «Os aseguro que antes que naciera Abrahán, existo yo».

PRECES

Oremos a Cristo, el Señor, que nos dio el mandamiento nuevo de amarnos los unos a los otros, y digámosle:

Acrecienta, Señor, la caridad de tu Iglesia.

Maestro bueno, enséñanos a amarte en nuestros hermanos
—y a servirte en cada uno de ellos.

Tú que en la cruz pediste al Padre el perdón para tus verdugos,
—concédenos amar a nuestros enemigos y orar por los que nos persiguen.

Señor, que la participación en el misterio de tu cuerpo y de tu sangre acreciente en nosotros el amor, la fortaleza y la confianza,
—y dé vigor a los débiles, consuelo a los tristes, esperanza a los agonizantes.

Señor, luz del mundo, que, por el agua, concediste al ciego de nacimiento que pudiera ver la luz,
—ilumina a nuestros catecúmenos por el sacramento del agua y de la palabra.

Concede la plenitud de tu amor a los difuntos
—y haz que un día nos contemos entre tus elegidos.

Padre nuestro.

Oración

Escucha nuestras súplicas, Señor, y mira con amor a los que han puesto su esperanza en tu misericordia; límpialos de todos sus pecados, para que perseveren en una vida santa y lleguen de este modo a heredar tus promesas. Por nuestro Señor Jesucristo. 

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