Leccionario III (par) - Viernes de la III semana del Tiempo Ordinario

Tiempo Ordinario

VIERNES DE LA III SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA
2 Sam 11 1-4a. 4c -10a. 13-17
Me despreciaste y tomaste como esposa a la mujer de Urías 

Lectura del segundo libro de Samuel.

A la vuelta de un año, en la época en que los reyes suelen ir a la guerra, David envió a Joab con sus servidores y todo Israel. Masacraron a los amonitas y sitiaron Rabá, mientras David se quedó en Jerusalén.
Una tarde David se levantó de la cama y se puso a pasear por la terraza del palacio. Desde allí divisó a una mujer que se estaba bañando, de aspecto muy hermoso.
David mandó averiguar quién era aquella mujer.
Y le informaron:
    «Es Betsabé, hija de Elián, esposa de Urías, el hitita».
David envió mensajeros para que la trajeran.
Ella volvió a su casa.
Quedó encinta y mandó este aviso a David:
    «Estoy encinta».
David, entonces, envió a decir a Joab:
    «Mándame a Urías, el hitita».
Joab se lo mandó.
Cuando llegó Urías, David le preguntó cómo se encontraban Joab y la tropa y cómo iba la guerra. Luego le dijo:
    «Baja a tu casa a lavarte los pies».
Urías salió del palacio y tras él un regalo del rey. Pero Urías se acostó a la puerta del palacio con todos los servidores de su señor, y no bajó a su casa.
Informaron a David:
    «Urías no ha bajado a su casa».
David le invitó a comer con él y le hizo beber hasta ponerle ebrio.
Urías salió por la tarde a acostarse en su jergón con los servidores de su señor, pero no bajó a su casa.
A la mañana siguiente David escribió una carta a Joab, que le mandó por Urías.
En la carta había escrito:
    «Poned a Urías en primera línea, donde la batalla sea más encarnizada. Luego retiraos de su lado, para que lo hieran y muera».
Joab observó la ciudad y situó a Urías en el lugar en el que sabía que estaban los hombres más aguerridos.
Las gentes de la ciudad hicieron una salida. Trabaron combate con Joab y hubo bajas en la tropa, entre los servidores de David. Murió también Urías, el hitita. 

Palabra de Dios.

Salmo responsorial 
Sal 50, 3-4. 5-6b. 6c-7. 10-11 (R/.: cf. 3a) 
R/.   Misericordia, Señor, hemos pecado.

        V/.   Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
                por tu inmensa compasión borra mi culpa;
                lava del todo mi delito,
                limpia mi pecado.   R/.

        V/.   Pues yo reconozco mi culpa,
                tengo siempre presente mi pecado.
                Contra ti, contra ti solo pequé,
                cometí la maldad en tu presencia.   R/.

        V/.   En la sentencia tendrás razón,
                en el juicio resultarás inocente.
                Mira, en la culpa nací,
                pecador me concibió mi madre.   R/.

        V/.   Hazme oír el gozo y la alegría,
                que se alegren los huesos quebrantados.
                Aparta de mi pecado tu vista,
                borra en mí toda culpa.   R/.

Aleluya
Cf. Mt 11, 25
R/.   Aleluya, aleluya, aleluya.

V/.   Bendito seas, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
        porque has revelado los misterios del reino a los pequeños..   R/.

EVANGELIO
Mc 4, 26-34
Un hombre echa semilla y duerme, y la semilla va creciendo sin que él sepa cómo 

Lectura del santo Evangelio según san Marcos.

EN aquel tiempo, Jesús decía al gentío:
    «El reino de Dios se parece a un hombre que echa semilla en la tierra. Él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra va produciendo fruto sola: primero los tallos, luego la espiga, después el grano. Cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega».
Dijo también:
    «¿Con qué podemos comparar el reino de Dios? ¿Qué parábola usaremos? Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la semilla más pequeña, pero después de sembrada crece, se hace más alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros del cielo pueden anidar a su sombra».
Con muchas parábolas parecidas les exponía la palabra, acomodándose a su entender. Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado. 

Palabra del Señor.

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