Leccionario III (par) - Jueves de la XIV semana del Tiempo Ordinario

Tiempo Ordinario

JUEVES DE LA XIV SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA
Os 11, 1-4. 8c-9
Mi corazón está perturbado

Lectura de la profecía de Oseas.

ESTO dice el Señor:
«Cuando Israel era joven lo amé
y de Egipto llamé a mi hijo.
Cuanto más los llamaba,
más se alejaban de mí:
sacrificaban a los baales,
ofrecían incienso a los ídolos.
Pero era yo quien había criado a Efraín,
tomándolo en mis brazos;
y no reconocieron que yo los cuidaba.
Con lazos humanos los atraje,
con vínculos de amor.
Fui para ellos como quien alza
un niño hasta sus mejillas.
Me incliné hacia él
para darle de comer.
Mi corazón está perturbado,
se conmueven mis entrañas.
No actuaré en el ardor de mi cólera,
no volveré a destruir a Efraín,
porque yo soy Dios,
y no hombre;
santo en medio de vosotros,
y no me dejo llevar por la ira».

Palabra de Dios.

Salmo responsorial 
Sal 79, 2ac y 3b. 15-16 (R/.: 4b)
R/.   Que brille tu rostro, Señor, y nos salve.

        V/.   Pastor de Israel, escucha,
                 tú que te sientas sobre querubines, resplandece,
                 despierta tu poder y ven a salvarnos.   R/.

        V/.   Dios de los ejércitos, vuélvete:
                 mira desde el cielo, fíjate,
                 ven a visitar tu viña.
                 Cuida la cepa que tu diestra plantó
                 y al hijo del hombre que tú has fortalecido.   R/.


Aleluya
Mc 1, 15
R/.   Aleluya, aleluya, aleluya.

V/.   Está cerca el reino de Dios;
        convertíos y creed en el Evangelio.   R/.

EVANGELIO
Mt 10, 7-15
Gratis habéis recibido, dad gratis
Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
«Id y proclamad que ha llegado el reino de los cielos. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, arrojad demonios.
Gratis habéis recibido, dad gratis.
No os procuréis en la faja oro, plata ni cobre; ni tampoco alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón; bien merece el obrero su sustento. Cuando entréis en una ciudad o aldea, averiguad quién hay allí de confianza y quedaos en su casa hasta que os vayáis. Al entrar en una casa, saludadla con la paz; si la casa se lo merece, vuestra paz vendrá a ella. Si no se lo merece, la paz volverá a vosotros.
Si alguno no os recibe o no escucha vuestras palabras, al salir de su casa o de la ciudad, sacudid el polvo de los pies.
En verdad os digo que el día del juicio les será más llevadero a Sodoma y Gomorra, que a aquella ciudad».

Palabra del Señor.

© Conferencia Episcopal Española

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