Misal Romano (tercera edición) - Miércoles de Ceniza

PROPIO DEL TIEMPO: CUARESMA

Miércoles de Ceniza


En la misa de este día se bendice y se impone la ceniza, hecha de los ramos de olivo o de otros árboles, bendecidos el año precedente.

La bendición e imposición de la ceniza se puede hacer también fuera de la misa. En este caso es recomendable que preceda una liturgia de la Palabra, utilizando la antífona de entrada, la oración colecta, las lecturas con sus cantos, como en la misa. Sigue después la homilía y la bendición e imposición de la ceniza. El rito concluye con la oración universal, bendición y despedida de los fieles.

Ritos iniciales y liturgia de la Palabra

Antífona de entrada          Cf. Sab 11, 23-24
Te compadeces de todos, Señor, y no aborreces nada de lo que hiciste; pasas por alto los pecados de los hombres para que se arrepientan, y los perdonas, porque tú eres nuestro Dios y Señor.

Se omite el acto penitencial, ya que en esta celebración es sustituido por la imposición de la ceniza.

Oración colecta
CONCÉDENOS, Señor,
comenzar el combate cristiano con el ayuno santo,
para que, al luchar contra los enemigos espirituales,
seamos fortalecidos con la ayuda de la austeridad.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Bendición e imposición de la ceniza

Después de la homilía, el sacerdote, de pie, dice con las manos juntas:

Con actitud humilde oremos, hermanos, a Dios nuestro Padre, para que se digne bendecir con su gracia estas cenizas que vamos a imponer en nuestras cabezas en señal de penitencia.

Y, después de una breve oración en silencio, con las manos extendidas, dice una de las siguientes oraciones:

OH, Dios, que te dejas vencer por el que se humilla
y encuentras agrado en quien expía sus pecados,
escucha benignamente nuestras súplicas
y derrama la gracia  de tu bendición
sobre estos siervos tuyos que van a recibir la ceniza,
para que, fieles a las prácticas cuaresmales,
puedan llegar, con el corazón limpio,
a la celebración del Misterio pascual de tu Hijo.
El, que vive y reina por los siglos de los siglos.

R/. Amén.

     O bien:

OH, Dios, que no quieres la muerte del pecador,
sino su arrepentimiento,
escucha con bondad nuestras súplicas
y dígnate bendecir  esta ceniza
que vamos a imponer sobre nuestra cabeza;
y, porque sabemos que somos polvo y al polvo hemos de volver,
concédenos, por medio de las prácticas cuaresmales,
alcanzar el perdón de los pecados
y emprender una nueva vida
a imagen de tu Hijo resucitado.
Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

R/. Amén.

Y asperja con agua bendita las cenizas, sin decir nada. 

Seguidamente, el sacerdote impone la ceniza a todos los presentes que se acercan hasta él; a cada uno le dice:

Convertíos y creed en el Evangelio.          Cf. Mc 1, 15

     O bien:

Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás.          Cf. Gén 3, 19

Mientras tanto se canta:

Antífona 1          Cf. Jl 2, 13
Cambiemos nuestro vestido por la ceniza y el cilicio; ayunemos y lloremos delante del Señor, porque nuestro Dios es compasivo y misericordioso para perdonar nuestros pecados.

Antífona 2           Jl 2, 17; Est 4, 17
Entre el atrio y el altar lloren los sacerdotes, servidores del Señor, y digan: ten compasión de tu pueblo y no cierres, Señor, los labios de los que te alaban.

Antífona 3           Sal 50, 3
Dios mío, borra mi culpa.

Puede repetirse después de cada uno de los versículos del salmo 50: Misericordia, Dios mío.

Responsorio          Cf. Bar 3, 2; Sal 78, 9
R/. Corrijamos aquello que por ignorancia hemos cometido, no sea que, sorprendidos por el día de la muerte, busquemos, sin poder encontrarlo, el tiempo de hacer penitencia. * Escucha, Señor, y ten piedad, porque hemos pecado contra ti.
V/. Socórrenos, Dios Salvador nuestro; por el honor de tu nombre, líbranos, Señor. * Escucha, Señor, y ten piedad, porque hemos pecado contra ti.

Puede cantarse otro canto apropiado.

Acabada la imposición de la ceniza, el sacerdote se lava las manos y prosigue con la oración universal u oración de los fieles, continuando la misa en la forma acostumbrada.

No se dice Credo.

Liturgia eucarística

Oración sobre las ofrendas
AL ofrecer el sacrificio que inaugura solemnemente la Cuaresma,
te pedimos, Señor,
que, mediante las obras de caridad y de penitencia,
dominemos las malas inclinaciones
y, limpios de pecado,
merezcamos celebrar piadosamente la pasión de tu Hijo.
Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Prefacio III o IV de Cuaresma.

Antífona de comunión           Cf. Sal 1, 2-3
El que medita la ley del Señor día y noche da fruto en su sazón.

Oración después de la comunión
LOS sacramentos que hemos recibido
nos sean de ayuda, Señor,
para que nuestros ayunos sean gratos a tus ojos
y nos sirvan de medicina.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre el pueblo
Antes de la despedida el sacerdote, ante el pueblo, extendiendo las manos sobre él, dice esta oración:
OH, Dios, infunde propicio un espíritu de contrición
sobre los que se inclinan ante tu grandeza,
y merezcan conseguir misericordiosamente la recompensa
prometida a los que se arrepienten.
Por Jesucristo, nuestro Señor.


© Conferencia Episcopal Española

No hay comentarios:

Publicar un comentario