Misal Romano (tercera edición) - Rito de la bendición y aspersión del agua bendita


Apéndice II

RITO DE LA BENDICIÓN
Y ASPERSIÓN DEL AGUA BENDITA


1. En el domingo, principalmente en el tiempo pascual, puede hacerse en todas las iglesias y oratorios la bendición y aspersión del agua en memoria del bautismo, en todas las misas, incluso en las celebradas en los sábados en horas vespertinas.

Si el rito se celebra dentro de la misa, ocupa el lugar del acto penitencial al comienzo de la misa.

2. Después del saludo, el sacerdote, de pie en la sede, vuelto hacia el pueblo, teniendo delante el recipiente con el agua que va a ser bendecida, invita al pueblo a orar con estas o similares palabras:

Invoquemos, queridos hermanos, a Dios, Padre todopoderoso, para que bendiga esta agua, que va a ser derramada sobre nosotros en memoria de nuestro bautismo, y pidámosle que nos renueve interiormente, para que permanezcamos fieles al Espíritu que hemos recibido.

Después de un breve silencio, prosigue diciendo con las manos juntas:

DIOS todopoderoso y eterno, que, por medio del agua,
fuente de vida y medio de purificación,
quisiste limpiarnos del pecado
y darnos el don de la vida eterna,
dígnate bendecir esta agua,
para que sea signo de tu protección
en este día consagrado a ti, Señor.
Por medio de esta agua
renueva también en nosotros la fuente viva de tu gracia,
y líbranos de todo mal de alma y cuerpo,
para que nos acerquemos a ti con el corazón limpio
y recibamos dignamente tu salvación.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

R/. Amén.

     O bien:

DIOS todopoderoso,
fuente y origen de la vida del alma y del cuerpo,
bendice esta agua, que vamos a usar con fe
para implorar el perdón de nuestros pecados
y alcanzar la ayuda de tu gracia
contra toda enfermedad y asechanza del enemigo.
Concédenos, Señor, por tu misericordia,
que las aguas vivas siempre broten salvadoras,
para que podamos acercarnos a ti
con el corazón limpio
y evitemos todo peligro de alma y cuerpo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

R/. Amén.

     O bien, en tiempo pascual:

SEÑOR, Dios todopoderoso,
escucha las oraciones de tu pueblo,
ahora que recordamos
la acción maravillosa de nuestra creación
y la maravilla, aún más grande, de nuestra redención;
dígnate bendecir esta agua.
La creaste para hacer fecunda la tierra
y para favorecer nuestros cuerpos
con la frescura y la limpieza.
La hiciste también instrumento de misericordia
al librar a tu pueblo de la esclavitud
y al apagar con ella su sed en el desierto;
por los profetas la revelaste como signo de la nueva Alianza
que quisiste sellar con los hombres.
Y, cuando Cristo descendió a ella en el Jordán,
renovaste nuestra naturaleza pecadora
en el baño del nuevo nacimiento.
Que esta agua, Señor,
avive en nosotros el recuerdo de nuestro bautismo
y nos haga participar en el gozo de nuestros hermanos
bautizados en la Pascua.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

R/. Amén.

3. Cuando las circunstancias locales o la costumbre del pueblo aconsejen conservar el rito de mezclar sal en el agua bendita, el sacerdote bendice la sal, diciendo:

TE pedimos humildemente,
Dios todopoderoso,
que te dignes bendecir esta sal,
del mismo modo que mandaste al profeta Eliseo
que la arrojase al agua
para remediar su esterilidad.
Concédenos, Señor,
que allí donde se derrame esta mezcla de sal y agua
sea ahuyentado el poder del enemigo,
y nos proteja siempre
la presencia del Espíritu Santo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

R/. Amén.

Y, en silencio, pone la sal en el agua.

4. A continuación, el sacerdote toma el hisopo, se rocía a sí mismo y a los ministros, después al clero y al pueblo, recorriendo la iglesia, si le parece oportuno.

Mientras tanto, se canta uno de los cantos que siguen u otro apropiado.

Fuera del Tiempo de Pascua

Ant. 1          Sal 50, 9
Rocíame con el hisopo Señor: quedaré limpio; lávame: quedaré más blanco que la nieve.

Ant. 2          Ez 36, 25-26
Derramaré sobre vosotros un agua pura que os purificará: de todas vuestras inmundicias e idolatrías os he de purificar; y os daré un corazón nuevo, dice el Señor.

Himno          Cf. 1 Pe 1, 3-5
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor, Jesucristo, que, por su gran misericordia, mediante la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha regenerado para una esperanza viva; para una herencia incorruptible, intachable e inmarcesible, reservada en el cielo a vosotros, que,mediante la fe, estáis protegidos con la fuerza de Dios; para una salvación dispuesta a revelarse en el momento final.

Tiempo Pascual

Ant. 1          Cf. Ez 47, 1-2. 9
Vi agua que bajaba por el lado derecho del templo, aleluya; a todo el que llegue esta agua tendrá nueva vida y cantará: aleluya, aleluya.

Ant. 2          Cf. Sof 3: 8; Ez 36, 25
En el día de mi resurrección, dice el Señor, aleluya; congregaré a los pueblos y reuniré a las naciones, y derramaré sobre vosotros un agua pura, aleluya.

Ant. 3          Cf. Dan 3, 77. 79
Manantiales y cuanto vive en las aguas, cantad un himno al Señor, aleluya.

Ant. 4          Cf. 1 Pe 2, 9
Vosotros sois un linaje elegido, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo adquirido por Dios para que anunciéis las proezas del que os llamó de las tinieblas a su luz maravillosa, aleluya.

Ant. 5
De tu costado abierto, Cristo, brota una fuente de agua que purifica al mundo de sus pecados y renueva la vida, aleluya.

5. Terminado el canto, el sacerdote, de pie y de cara al pueblo, con las manos juntas, dice:

Que Dios todopoderoso nos purifique del pecado
y, por la celebración de esta eucaristía
 nos haga dignos de participar
del banquete de su reino.

R/. Amén.

6. A continuación, cuando está prescrito, se canta o se dice el himno Gloria a Dios.


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